Las sensaciones en los primeros años de vida no tienen una connotación estrictamente sexual y genital, se percibe de forma ambigua y dispersa. Los padres y/o personas que los cuidan,
Mes: marzo 2019
Además de la comunicación, existen otros aspectos que te harán disfrutar de una relación de este tipo ¿Sabes cuáles son?
Tus amigos o amigas y tú deciden salir el viernes por la noche. Al llegar al lugar, una persona se te acerca. Comienzan a platicar, intercambian teléfonos y deciden salir al día siguiente.
Todo está perfecto. Tú quieres conocerlo/la, tampoco te niegas a relacionarte con más gente y pasarla bien. No tienes intención alguna de formalizar con nadie. Sin embargo, la otra persona sí. Oh-oh. Houston, tenemos un problema.
¿O no?
No, en realidad, no. No hay ningún problema. El problema reside en la falta de comunicación y en las falsas expectativas.
Platicamos con Nilda Chiaraviglio, psicoterapeuta, escritora, conferencista y Fundadora de Clínica Crisálida, quien nos platicó cuáles son las tres reglas en las que se basa el éxito de una relación sin compromiso.
“Lo primero es establecer qué significa un compromiso. La palabra viene del latín ‘compromissum’ que significa un acuerdo hecho delante de un árbitro, que puede ser ante la ley, o bien, un terapeuta o un representante de la Iglesia que medie el comportamiento de ambas personas que asumen este acuerdo. Todas las relaciones que no tienen esto son sin compromiso”, nos dijo Nilda.
Para que una relación de cualquier tipo arranque, se requiere un solo encuentro que se puede dejar abierto (o no) y, posteriormente, surge la posibilidad de una segunda oportunidad para verse. “Las personas van ajustando esto en la medida en la que van conociendo al otro o a la otra y reconociéndose a sí mismos. Cada quien decide qué es lo que quiere y es muy importante expresarlo”.
Por tanto, el primer secreto es la comunicación mediante preguntas y respuestas en donde se establezcan los recovecos del acuerdo.
Ahora bien, si te preguntas, ¿cómo le voy a decir de repente que no quiero nada más que divertirme, o que realmente quiero una relación formal? Ah, pues a través de estas sencillas preguntas y respuestas que pueden hacer casualmente.
Otra regla es jamás decirle al otro cómo comportarse. ¿A qué nos referimos con ello? A que tampoco podemos condicionar u obligar al otro a que sea como nosotros queramos. “La otra persona es un adulto y no le va a gustar que le digan cómo comportarse.
Hacer esto es ofensivo y humillante. A su vez, la otra persona puede llegar a asumir una posición sumisa, o bien, rebelde, a la defensiva”. Y aquí ya no hay una relación basada en la libertad. No hay nada mejor que tener una relación libre, donde las dos personas caminen en paralelo.
La tercera regla es reconocer que sólo yo puedo satisfacer mis necesidades y que nadie más lo va a hacer.
“Cuando establecemos relaciones donde esperamos que el otro sea quien nos dé lo que necesitamos o esperamos, el resultado es fatal”.
La clave está en reconocer que el otro u otra no puede atinarle a lo que yo quiero, pues no tiene mi historia de vida. Al hacer esto, eliminamos falsas expectativas, dejamos de esperar que el otro adivine o satisfaga mis deseos.
Por ejemplo, si no te gustan las flores porque te recuerdan a los cementerios, entonces debes expresar esto, nos comentó Nilda. Por más que la otra persona considere que es el regalo más romántico o que le parezca el máximo detalle que le puede dar a una persona, si a ti no te gusta, simplemente no te gusta.
Tus amigos o amigas y tú deciden salir el viernes por la noche. Al llegar al lugar, una persona se te acerca. Comienzan a platicar, intercambian teléfonos y deciden salir al día siguiente.
Todo está perfecto. Tú quieres conocerlo/la, tampoco te niegas a relacionarte con más gente y pasarla bien. No tienes intención alguna de formalizar con nadie. Sin embargo, la otra persona sí. Oh-oh. Houston, tenemos un problema.
¿O no?
No, en realidad, no. No hay ningún problema. El problema reside en la falta de comunicación y en las falsas expectativas.
Platicamos con Nilda Chiaraviglio, psicoterapeuta, escritora, conferencista y Fundadora de Clínica Crisálida, quien nos platicó cuáles son las tres reglas en las que se basa el éxito de una relación sin compromiso.
“Lo primero es establecer qué significa un compromiso. La palabra viene del latín ‘compromissum’ que significa un acuerdo hecho delante de un árbitro, que puede ser ante la ley, o bien, un terapeuta o un representante de la Iglesia que medie el comportamiento de ambas personas que asumen este acuerdo. Todas las relaciones que no tienen esto son sin compromiso”, nos dijo Nilda.
Para que una relación de cualquier tipo arranque, se requiere un solo encuentro que se puede dejar abierto (o no) y, posteriormente, surge la posibilidad de una segunda oportunidad para verse. “Las personas van ajustando esto en la medida en la que van conociendo al otro o a la otra y reconociéndose a sí mismos. Cada quien decide qué es lo que quiere y es muy importante expresarlo”.
Por tanto, el primer secreto es la comunicación mediante preguntas y respuestas en donde se establezcan los recovecos del acuerdo.
Ahora bien, si te preguntas, ¿cómo le voy a decir de repente que no quiero nada más que divertirme, o que realmente quiero una relación formal? Ah, pues a través de estas sencillas preguntas y respuestas que pueden hacer casualmente.
Otra regla es jamás decirle al otro cómo comportarse. ¿A qué nos referimos con ello? A que tampoco podemos condicionar u obligar al otro a que sea como nosotros queramos. “La otra persona es un adulto y no le va a gustar que le digan cómo comportarse.
Hacer esto es ofensivo y humillante. A su vez, la otra persona puede llegar a asumir una posición sumisa, o bien, rebelde, a la defensiva”. Y aquí ya no hay una relación basada en la libertad. No hay nada mejor que tener una relación libre, donde las dos personas caminen en paralelo.
La tercera regla es reconocer que sólo yo puedo satisfacer mis necesidades y que nadie más lo va a hacer.
“Cuando establecemos relaciones donde esperamos que el otro sea quien nos dé lo que necesitamos o esperamos, el resultado es fatal”.
La clave está en reconocer que el otro u otra no puede atinarle a lo que yo quiero, pues no tiene mi historia de vida. Al hacer esto, eliminamos falsas expectativas, dejamos de esperar que el otro adivine o satisfaga mis deseos.
Por ejemplo, si no te gustan las flores porque te recuerdan a los cementerios, entonces debes expresar esto, nos comentó Nilda. Por más que la otra persona considere que es el regalo más romántico o que le parezca el máximo detalle que le puede dar a una persona, si a ti no te gusta, simplemente no te gusta. 0 Comentario Sé el primero en comentar
“Si yo satisfago mis necesidades, tengo mucho para dar. Cuando estamos vacíos, no podemos dar lo que no tenemos. Las limosnas sólo construyen relaciones miserables que son buenas para sufrir”.
Ahora bien, ¿qué pasa en las relaciones sin compromiso? “Cuando la diferencia entre ambos tiene que ver con los valores o los proyectos o la calidad de vida que tenemos, pero convergemos en ciertos puntos como el sexo o actividades como patinar, pintar o bailar, entonces lo mejor es reducir el vínculo o la relación a lo que es disfrutable.
De esta manera no habrá falsas expectativas ni sufrimiento por ninguna parte. Porque si pretendo que el otro me dé algo que no puede o no quiere dar, se convierte en una situación ofensiva para él o para ella. Lo que me da es insuficiente, lo hace sentir insuficiente y esto a nadie le gusta”.
Vamos, se trata de disfrutar en vez de añorar. Y si esto no te ajusta entonces: a otra cosa mariposa.
“Es central que en cualquier tipo de relación se disfrute lo que el otro me ofrece, en vez de enfocarme en lo que me falta. Si la otra persona no quiere nada a futuro y yo, sí, entonces lo mejor será voltear a ver a otros rumbos. Todos felices y todos contentos. Nadie se ve obligado a hacer algo que no quiere”.
En conclusión: generar expectativas para que el otro sea la persona que yo quiero que sea es garantía de la frustración En vez de frustrarme lo mejor es cultivar relaciones disfrutables y no hacer sentir a los demás que son insuficientes para nosotros.